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Benito Juárez, entre el poder y los destierros

Conversatorio virtual “Vida y obra del licenciado Benito Juárez García”
  • Congreso del Estado de Sinaloa
  • Marzo 22, 2021

La vida de Benito Juárez es ejemplo de superación y constancia, pues de no hablar ni escribir español en su infancia, llegó a ser presidente de México, y para mantenerse en la presidencia tuvo que derrotar al ejército francés y abatir el gobierno del emperador Maximiliano de Habsburgo.

Lo anterior lo expusieron Joel Barragán Montes y Gonzalo Armienta Hernández, ponentes en el Conversatorio “Vida y obra del licenciado Benito Juárez García”, en el marco del 215 aniversario de su natalicio.

El conversatorio fue organizado por el Congreso del Estado de Sinaloa a través del Instituto de Investigaciones Parlamentarias, en coordinación con la Universidad Autónoma de Sinaloa, y se difundió vía Facebook Live.

Las palabras de bienvenida estuvieron a cargo del diputado José Rosario Romero López, presidente de la Junta de Coordinación Política del Congreso del Estado, y la presentación de los invitados la hizo la directora del Instituto de Investigaciones Parlamentarias, Sonia Escalante López.

Joel Barragán Montes, quien tiene doctorado tanto en Derecho como en Educación y es profesor de tiempo completo de la Facultad de Derecho de la UAS en Mazatlán, hizo un amplio recorrido por la vida de Juárez, desde su infancia hasta ocupar la presidencia de México.

Resaltó que Juárez García tuvo una infancia muy difícil, pues quedó huérfano a los tres años de edad, se crío prácticamente con un tío, de cuyo hogar, en su natal Guelatao, dejó apenas a los 12 para irse a Oaxaca, asustado por una posible reprimenda por haber perdido una de las ovejas que pastoreaba.

En Oaxaca se empleó también como pastor en una hacienda y luego se fue a trabajar con un fraile que encuadernaba, con quien hasta entonces empezó a aprender el castellano y a asistir a la escuela.

Estudió en el Seminario de Oaxaca y luego en el Instituto de Ciencias y Artes, donde cursó la carrera de Jurisprudencia y egresó en 1831, año en el que fue nombrado regidor del ayuntamiento local, y luego en 1833 fue electo diputado.

En 1841 fue nombrado juez de Primera Instancia del Ramo Civil, y con la invasión de Estados Unidos, Juárez fue nombrado gobernador interino de Oaxaca en 1847.

En 1853 fue encarcelado y luego desterrado a Cuba por el presidente Antonio López de Santa Anna, de donde se dirigió a Nueva Orleans, Estados Unidos, para encontrarse con Guillermo Prieto, Melchor Ocampo y otros.

Este grupo lo mandó al estado de Veracruz, desde donde participó en la elaboración del Plan de Ayutla en contra de Santa Anna, quien decidió abandonar México, cuyo suceso catapulta a Juárez como primer Ministro de Justicia, cargo que le lleva a presidente interino de México, para luego volver a ser desterrado por Juan Ignacio de Comonfort.

Finalmente regresa al país en 1858, donde le tocó enfrentar exitosamente la intervención francesa, que puso a Maximiliano de Habsburgo, como emperador.

Joel Barragán Montes resaltó como principal legado de Benito Juárez las “leyes de reforma”, que separan la iglesia del estado.

Por su parte, Gonzalo Armienta centró su participación en el juicio que se le siguió a Maximiliano de Habsburgo y sus generales, del que resaltó que duró tres días y concluyó con la sentencia de pena de muerte.

Concluido el juicio, observó, Benito Juárez viajó de San Luis Potosí, donde se encontraba, a la Ciudad de México, para ocupar nuevamente la presidencia de México.

La directora del Instituto de Investigaciones Parlamentarias entregó reconocimientos a los dos ponentes y clausuró el Conversatorio.